lunes, 24 de enero de 2011

Mamá, quiero ser mamá.



Mamá, quiero ser mamá.
Que pocos los días los que una chica se para a pensar en la maternidad. Muchos de ellos, piensan que ser mamá es una realidad que debe ocurrir porque así es la naturaleza humana. Para otros la idea de ser mamá es solo una opción más…. Mientras que para algunos significa vida, significa dos diamantes y una cadena de oro blanco en un tesoro permanente.
 Un día, cansada de dormir, en una mañana clara y convenientemente “sweet”, se viste una camisa blanca del novio. Ella, tan dulce y natural como fresas cubiertas de crema chantilly, queda suelta dentro de la prenda como un peluche de lana. Su sensualidad es especial. En ese momento piensa: “¡es tan sexy vestir una camisa de hombre!”. Poco después, pasea por su casa hasta llegar a la cocina y mientras hace su chocolate caliente sigue pensando: “La vida es tan simple cuando no tenemos nada que hacer...”. A cualquiera le encantaría despertar en su día libre y tener a la persona que ama a su lado durmiendo, casi como descansando y curando de una guerra entre los días locos de su vida cuotidiana.
 Apareciendo de nuevo en su habitación especialmente desordenada, con las sabanas de la cama imitando ceda suelta deslizando en el suelo, observa a su príncipe que deja a la vista una espalda musculada y limpia. Su brazo derecho cayendo de la cama y su mano rozando el suelo. “Es tan perfecto admirar cada poro de su piel que sin querer evitarlo pido a gritos acariciarlo con mi mirada.” Piensa ella mientras sonríe ligera y silenciosamente. Es agradable pensar que hay días así, en que una se levanta y se da cuenta de que todo está siendo brillantemente perfecto. Entretanto, el vapor del chocolate caliente vaguea por la habitación y sin tener tiempo siquiera de admitirlo, se esfuma en segundos entre los hilos invisibles del oxígeno.
Segura de ella, se sienta con las piernas entrelazadas sobre la cama y acaba de beber su chocolate mientras coge del suelo uno de sus libros preferidos, Tres metros sobre cielo de Federico Moccia. Un libro perfectamente romántico y juvenil literalmente hablando. “¡Soy tan joven enamorada!” piensa ella mientras cierra los ojos. Feliz, como una niña en un carrusel rodeada de sueños y felicidad piensa: “¡Quiero contárselo a mi mamá!”.
De repente despierta y ve ante ella, frases y letras de un libro casi biográfico para ella.
 “-Me da miedo decir algo equivocado…te amo.
-Vuélvelo a decir.
-te amo.
-Nunca dejes de decirlo.
-te amo, te amo, te amo.
-Nunca había sido tan feliz en mi vida.
-Yo tampoco.
-Tan feliz como para tocar el cielo con un dedo?
-No mucho más, al menos tres metros sobre el cielo.”
Se siente tan identificada con este pequeño guión, que le da ganas de abrazar el libro y que las páginas se fundan en su piel como agua y arena. Vuelve a mirar a su lado con esos ojitos de niña feliz y sin poder evitarlo se da cuenta que en su estómago algo la remueve, ella diría que son mariposas de papel, pero no cabe duda de que hay algo más que papel en su vientre.
Como si fuera cosa del destino, abre de nuevo el libro a la mitad y cae del nada,  sobre sus piernas, se diría que es un marca páginas pero no, es una foto o eso parece. Es la imagen de un bebé, un bebé precioso. Sonriente e inocente, casi dibujando la sensación de una imagen viva, con una melodía de fondo en su cabeza, se imagina siendo mamá.
“Hoy, es sin duda el día perfecto para ser mamá.” Piensa mientras abre las cortinas blancas y observa el cielo completamente azul. Después de ello,  Acariciando su vientre, observa la nada a su alrededor y dice en voz alta pero sin la intención de hacer ruido: “Mamá, quiero ser mamá…”
Después de recordar su madre y verla como un ejemplo a seguir, vuelve a mirar atrás.  Sobre su cintura, estrechando la camisa blanca junto a su cuerpo rozan las manos de él, y mientras le roba un beso de mañana soleada, la gira lentamente como si el tiempo no existiera. Los dos frente a frente sienten un tremendo deseo de aprovechar el día libre que además del sol, ella lo abraza con su mirada mientras él menciona en voz baja: “Deja que el día sea solo nuestro.”
“Quiero que el día sea nuestro pero quiero decirte algo y no…” dice ella interrumpida por él cuando dice, “A partir de hoy, seremos tres. Dos diamantes y una cadena de oro blanco. Protegidos con cuidado en un tesoro permanente.”
“¿En un tesoro permanente?” dice ella mientras sonríe.
“Sí, nuestro amor eterno, nuestro bebé, nuestra propia familia es el  tesoro permanente.”

ACRV